Capitulo I. M y yo

Cuando le miro, una corriente de aire invade mis sentidos, no estoy mareada, no estoy aturdida, solo sé que estoy y el resto no importa.

Diez años después, somos carne que se vuelve pasión, con nosotros el tiempo es como una bomba, no sé si yo le provoco o él me provoca, solo sé que estamos ahí y el resto es solo tiempo y la bomba solo explota.

Cuando le conocí no sabía lo que significaría, no sabía que iríamos y vendríamos y que siempre encontraríamos la forma de terminar enrededados.

Ahora no escribiré sobre el cómo ni el cuándo, solo pensaré en hoy:

Le vi como de costumbre, sus manos no sudan ya, sus ojos tan claros y sinceros, le creo perfecto aunque sé que la perfección no existe, le veo y le quiero, aunque sé que es solo por ese instante, le veo y le compadezco, le veo y le siento bajo mis uñas, bajo mis párpados, el sudor nos envuelve, el clímax no se hace esperar, pero me desvío, aún no pasa nada, yo estoy parada mientras él terminaba sus quehaceres, me muestra los alrededores, me habla como si yo no hubiese estado mil veces envuelta en su barba, me mira, responde el teléfono, habla sin parar, me mira, se acerca, sigue hablando, le veo arreglar la cama, en mi cabeza las voces se callan, no hago ninguna pregunta, solo le veo, habla y se acerca, me toma la mano, la acaricia, la siente, la acerca, la conversación termina y sus labios tocan los míos, no hay espera, somos uno y es cuando el tiempo se detiene y se apresura, aqui nada importa, el mundo puede caer a pedazos y solo somos dos personas envueltas en dudas, temores y un pasado que nos acerca y nos separa, me alejo y mi cerebro dispara otra alarma, que haces mujer,
lo apago, como pocas veces, la apago, ya no tengo limite de tiempo, nadie me espera, soy lo que él quiera que sea y vuelve a empezar el párrafo.

Lo mejor de verle a los ojos fue que pudiese saber que ya no hay reclamos, no hay expectativas, solo sabernos vivos y deseados.

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